En el año 2012, la Unión Europea impulsó un sistema de etiquetado en los neumáticos para que los conductores pudieran escoger las gomas que más se adaptan a sus vehículos. Este método de clasificación contiene la información necesaria sobre al consumo, el agarre en mojado y el ruido que generan.

Sin ir más lejos, en 2018, la UE restringió los neumáticos clase F o, lo que es lo mismo, los menos eficientes. Desde entonces no pueden comercializarse, a fin de que los vehículos del parque automovilístico europeo circularan con ruedas más eficientes.

¿Qué significa la etiqueta?

El distintivo se compone de tres categorías, con un ranking A-G en el que la primera letras significa una mejor calidad:

  • Eficiencia de combustible: Los neumáticos clase A representan un ahorro de casi 250€ en combustible durante la vida útil de la propia rueda.
  • Agarre sobre mojado: En frenada a 80 km/h, la diferencia entre la clase A y la G supone una reducción casi 20 metros en frenada.
  • Nivel de ruido: Se representa entre una y tres ondas en función de los decibelios, los cuales también se expresan en la etiqueta.

Según las estimaciones de la Unión Europea, si se generalizara el uso de las ruedas más eficientes se podrían ahorrar 6,6 millones de toneladas equivalentes de petróleo. Asimismo, se estima que se en este supuesto se reducirían las emisiones de CO2 en 4 millones de toneladas al año.

Cambios en las etiquetas: más seguridad y menos ruido.

En 2021, tal y como ha acordado la Unión Europea, incluirá datos de kilometraje en las gomas recauchutadas, una opción más económica para los conductores, el índice de desgaste que tiene el neumático y la inclusión de nuevos símbolos que ahora no están en la etiqueta.